Mientras
los miembros del COI votaban qué ciudad albergaría los Juegos Olímpicos de 2020
y, por fortuna (pensando en sus poblaciones), decidieron dejar en el camino
tanto a Madrid como a Estambul, los prolegómenos a una intervención armada en
Siria seguían su curso. Los Juegos Olímpicos y otros temas menores han invadido
la actualidad en Turquía estos últimos días y solo se dedican algunas columnas
y pequeñas noticias al conflicto sirio, conflicto que, por desgracia, gran
parte de la sociedad no siente como suyo así como tampoco piensa que le pueda
afectar en el día a día. No existe un apoyo social a la guerra en Siria pero
tampoco es tema de discusión. Con las protestas de Gezi como excepción no se
discuten abiertamente al gobierno según qué temas. En meses pasados hemos visto
qué conlleva oponerse al gobierno públicamente y eso, creo, está condicionando
acciones futuras.
Gran
parte de culpa la tiene, sin duda, la demagogia del gobierno turco y de los
medios serviles que se atreven incluso a atacar y a tildar de ‘traidores’ a
todos aquellos que se sintieron aliviados y se alegraron tras conocer la
victoria nipona, potenciando, aún más si cabe, la división entre el buen y el mal
ciudadano (que no es en definitiva sino una división entre ciudadano pasivo y
ciudadano crítico). La misma demagogia es usada también para defender cualquier
tipo de intervención que se produzca en Siria, en lo que el Primer Ministro ha
denominado como una ‘Coalición de Voluntarios’ para rescatar a ‘nuestros
hermanos’. Se enfatiza el concepto ‘hermano’ vinculado a la religión, al ser
musulmán y suní, y se potencia la imagen de un dictador sanguinario que
únicamente se dedica a asesinar a fieles musulmanes.
La
hipocresía internacional que predomina sobre el conflicto sirio olvida
intencionadamente el pasado, la realidad siria y todo lo que pueda venir. Nadie
se cuestiona cómo puede ser que protestas en pro de las libertades civiles
surgidas en la capital siria hace ya más de dos años se convirtieran de golpe
en un cruento conflicto sectario en el que una resistencia armada (¿por quién?)
se enfrentaba al régimen en las provincias más alejadas de la capital. Se
omiten continuamente muchas cosas. Incluso la relación de Francia con el reino
alawí y su larga implicación en la historia reciente del país (sin más, la
existencia del Líbano como provincia otomana separada de Siria en al segunda
mitad del siglo XIX). Se omite o no se cuestiona lo suficiente la poca
legalidad que tienen grupos islamistas como al-Nusra que combaten con armas
suministradas desde el exterior desde prácticamente el inicio del conflicto. De
la misma manera no hay referencias al apoyo que al-Assad tiene entre la
población. Y aquí creo que es donde es más importante detenerse.
Que
a pesar de todo prácticamente la mitad de la población siga apoyando a al-Assad
y otros sectores como los kurdos se mantengan al margen sin condenarlo más que
una muestra de la integridad del régimen es una muestra de la poca fe que se
tiene en esos grupos de la ‘resistencia’. Siria está dividida confesionalmente
en una mayoría de población suní y minorías alawíes y cristianas. Étnicamente
un 10% de la población es kurda así como también hay grupos turkmenos. La
población alawí (que ha controlado hegemónicamente el país desde el gobierno y
el ejército), la población cristiana y un amplio porcentaje de árabes
suníes-laicos (en su mayoría poblaciones urbanas) siguen ofreciendo su apoyo al
régimen. Los kurdos, lejos de implicarse y colaborar con al resistencia se han
mantenido al margen. La matanza de kurdos en Rojova hace ya más de un mes se
puede interpretar fácilmente como un intento para que se implicaran en el
conflicto y la lucha armada se extendiera a otras zonas.
La matanza de Rojova, en la zona kurda de Siria |
Primero, un avión turco derribado en
aguas del Mediterráneo. Luego, el atentado de Reyhanli, en territorio turco, en
el que murieron 52 personas (el atentado más sangriento en la historia moderna
de Turquía). A pesar de que Assad negara implicación alguna, ambos sucesos
buscaban una respuesta internacional y el inicio de un conflicto armado de
forma ‘oficial’. Luego, las matanzas de kurdos en Rojova por parte de las
milicias islamistas pasaron prácticamente inadvertidas por los medios
internacionales. Y ahora, el punto final usado para que se inicie un ataque el
uso de armas químicas en los suburbios de Damasco. Parte de la sociedad turca
niega no el uso de las armas sino su autoría. Y de hecho, comprobarlo parece
ser irrelevante para la administración estadounidense.
El atentado de Reyhanli (11 de mayo de 2013) |
También
se omite que no solo hay refugiados de un bando. Las masas llegadas a
territorio turco, formadas básicamente por mujeres y niños, están siendo
trasladadas paulatinamente a otras zonas de Turquía (donde el partido del
gobierno no tiene mayoría) y se les está concediendo la nacionalidad turca.
Pero hay barrios de Damasco que han crecido y se calcula que más de medio
millón de personas han dejado sus tierras, ahora en manos de la ‘resistencia’,
para refugiarse en la capital.
Turquía
es el pequeño actor hipócrita en esta farsa en la que EEUU interpreta el papel
protagonista. El Ministro de Asuntos Exteriores Ahmet Davutoğlu (en el cargo de 2009) fue el artífice de la política “Cero
problemas con los vecinos” que mejoró las relaciones entre Siria y Turquía y
las llevó hasta un grado de complicidad. En esa época Erdoğan aparecía con su amigo Assad y
se fotografiaban juntos. Cuando empezó el conflicto a Erdoğan le llevó su tiempo oponerse a Assad y así perder los beneficios de
unas fructíferas relaciones económicas. En 2012 salió a la luz la existencia de
un campo de refugiados secreto en el que las autoridades turcas enviaban
refugiados de la resistencia, nombres pedidos por Assad, y luego eran
repatriados.
La
situación ha cambiado por completo. El gobierno turco no duda en usar la
religión para defender su postura pacífica. Ante la propuesta de Rusia de que
Siria se desarme para evitar una intervención, propuesta a las que el gobierno
sirio parece haber accedido, el Ministro Davutoğlu respondía así
ayer por televisión: “Si Siria entrega sus armas químicas ni Turquía ni el
mundo van a quedar satisfechos ... Cualquiera que se quede al lado de Assad es
cómplice ... Turquía no es un país cualquiera. Es un país en el que hay
elecciones democráticas transparentes. Cualquiera que quiera comparar a Turquía
con los países de su entorno estará cometiendo una injusticia”.
Ahmet Davutoğlu (Ministro de Asuntos Exteriores de Turquía) |
La
“Pax Otomana” entonces no es tal. Cualquier intervención armada puede ser fatal
no solo para la población siria sino también para parte de la población
árabo-turca aleví que lleva meses protestando por la guerra y que ha sido una
de las regiones más activas durante las protestas de Gezi en Estambul. En
Ankara jóvenes estudiantes y vecinos del barrio de 100. Yıl llevan más de una semana protestando por las obras de una
variante de la autopista Konya-Samsun que partirá el campus de la universidad
ÖDTÜ (una de las pocas zonas verdes que hay en Ankara) y destrozará la armonía
del barrio de 100. Yıl que también quedará partido en dos por
la construcción de una obra gigantesca de 8 carriles. Volvemos a ver
detenciones en Turquía (aunque no tengan la repercusión de antes por no
tratarse de Estambul) y ayer murió un joven más en Armutlu, Ahmet Atakan (en la
provincia de Hatay, en la frontera con Siria) cuando los jóvenes de la ciudad
se solidarizaban con los protestantes de Ankara. De las 6 víctimas mortales que llevamos ya en
Turquía en estos meses de protesta la mitad son de la zona de Hatay. Pero al
gobierno no le interesa lo que piensen o quieran los habitantes de esta región;
al fin y al cabo no son sus votantes, tampoco son suníes.
Tres obras en construcción en las dos grandes àreas verdes que quedan en el centro de Ankara (el Campus de ÖDTÜ y Atatürk Orman Çiftliği, donde el Primer Ministro se está construyendo una residencia) |
La
“Pax Norteamericana” tampoco es tal. El objetivo final sigue siendo claramente
Irán, que a pesar de embargos y dificultades, incluso, para cobrar dinero de
transacciones por sus ventas de petróleo y gas, sigue siendo una potencia y es
percibido como una amenaza por EEUU y todos los países del Golfo. Para llegar a
Irán se ha pasado por Irak, y ahora se quiere pasar por Siria.
Las
‘Olimpiadas de la Guerra’ siguen su curso. Falta por ver si el boicot de algunos
países puede evitar que ‘se celebren’. El Nobel de la Paz hace un llamamiento a
la comunidad internacional para bombardear un país, el Primer Ministro Erdoğan pide unos Juegos Olímpicos e inicia su
discurso ante el COI en Buenos Aires con la palabra paz. Una paradoja
hipócrita.
10
de septiembre
(No
comento nada aquí sobre la candidatura de Madrid, aunque hay mucho que hablar.
No me ha parecido el lugar adecuado.)
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