En Turquía se está viviendo un estado de excepción. No se ha declarado porque estamos en 2013 y
no en la década de los 70. La policía ayer no entró en Gezi provocando una
matanza porque estamos en 2013 y no en la década de los 70. Los abogados
detenidos, así sin más solo por apoyar la causa de los acampados en Gezi, no
fueron torturados y solo se les infundió miedo soltándolos al cabo de unas
pocas horas porque estamos en 2013 y no en la década de los 70. El gobierno
anuncia que se ha creado una comisión para encontrar una solución al Parque
Gezi, una ‘comisión inteligente’, pero el mismo día que lo anuncia acorrala el
parque con gases lacrimógenos e intenta forzar a la gente a que abandone el
parque. El término ‘grupos marginales’ es usado ya sin pudor y las imágenes que
vimos el fin de semana de solidaridad y buen entendimiento en la plaza de Taksim abarrotada por los istanbulitas han quedado ya atrás en nuestras retinas. Mientras, el
RTÜK (Consejo Superior de Radio-Televisión), según la información publicada hoy
en Hürriyet, ha decidido multar a
Ulusal TV, Halk TV, Cem TV y Em TV (pequeños canales que ofrecieron imágenes de
las protestas el primer fin de semana) ‘por violar los principios de emisión y
hacer programas con contenidos que pueden dañar el desarrollo físico, mental y
moral de niños y jóvenes’.
Ya hemos entrado en la segunda semana desde que empezó la
acampada inicial en el Parque Gezi. Y el Primer Ministro ha demostrado que
no cederá ante la gente que aún sigue concentrada en el parque. De hecho,
la vuelta del Primer Ministro a Turquía significó la
puesta en marcha del aparato estatal y del mismo partido para montar mítines
improvisados y hacer anti-propaganda. Para concentrar a mucha gente se facilitó la comunicación y se fletaron servicios de autobuses que partían desde variados
puntos de la ciudad y en algunos casos, como el de Estambul, se mantuvo abierto
el servicio de metro hasta las 4 de la noche. De forma similar se potenciaron
esos mítines con la instrumentalización del ‘odiado’ twitter y se crearon hashtags en apoyo al Primer Ministro que
por dos días eclipsaron los trending
topic del movimiento de resistencia. Los discursos de Erdoğan fueron
agresivos, amenazantes y especialmente repetitivos.
En los discursos de Erdoğan, analizados en la anterior entrada de este blog, Incluso se hizo varias referencias a lo que el Primer
Ministro denominó el lobby de interés que podríamos entender como 'lobby
especulativo'. El uso de este término sorprendió a los medios que al día
siguiente empezaron a debatir sobre qué se refería el Primer Ministro y sobre
si existía o no tal lobby. Lo cierto es que a cada discurso agresivo de Erdogan
la bolsa se desplomaba y su respuesta fue esa, culpar de ello a dicho lobby y
afirmar que él no iba a perder nada pues no tenía acciones en bolsa. Palabras dignas
del Primer Ministro de un país.
El objetivo básico de todos estos discursos ha sido sin duda
tensar el ambiente e implicar en el conflicto a votantes del AKP que se habían
mantenido al margen de todo. Así, hay dos grandes mítines previstos para el fin
de semana que viene, uno en Sincan, cerca de Ankara, y el otro en Estambul.
La gente que sigue en el Parque Gezi o la que cada día se
concentra en muchos puntos no se ha
desanimado pero ha empezado a ver que si la explosión de descontento que
provocó los disturbios no ha conseguido que el Primer Ministro dé el brazo a
torcer o simplemente se muestre comprensivo hacia las peticiones pocas opciones
quedan ya. En los discursos del domingo, además de volver a rebajar a todos los
manifestantes a la categoría de ‘gamberros’ (algo que ya no incomoda a la
gente pues el término ha ido adquiriendo un nuevo significado, el de resistente), Erdoğan se ha servido de mensajes simbólicos de gran
fuerza entre la población como el consumo de alcohol en una mezquita (noticia
desmentida) o la bandera turca (dijo “serían capaces de quemar la bandera
turca).
Da la sensación que el gobierno ha marcado ya una estrategia
a seguir que presenta varios planes de acción a ejecutar a través de distintas
vías y que persiguen el agotamiento de los grupos que resisten. Por un lado, se busca la movilización de la
gente y se organizan mítines políticos para dañar la imagen de los
protestantes, descalificar los actos y tergiversar el significado de las
protestas. En estos mítines y discursos que realiza el Primer Ministro a través
de los medios (ayer por ejemplo habló ante los miembros de su partido y su
discurso fue transmitido en vivo mientras la policía cargaba de nuevo en Taksim)
se busca además sacar rédito del carácter heterogéneo de los protestantes que a
excepción de la Plataforma Taksim que pide la conservación del Parque Gezi y la
prohibición del uso de gases lacrimógenos no ha sido capaz de organizarse como
un movimiento coherente. Los protestantes coinciden en sus críticas a las
políticas de Erdoğan pero discrepan en otros puntos como el qué vamos a hacer y
cómo. En las redes sociales es posible encontrar críticas a gente acampada que
se lo están tomando todo como una fiesta y así están perjudicando al movimiento
en general y dañando su imagen, que por culpa de los medios y del gobierno ya
de por sí está dañada ante los ojos de parte de la población.
Otro de los puntos de la estrategia del gobierno parece ser
la búsqueda de cabezas de turco. Ayer, después de muchos días sin policía por
Taksim, 20 autobuses llegaron a las 7 de la mañana y se posicionaron con sus TOMAs (los tanques anti-disturbios, Vehículos
de Intervención en Sucesos Colectivos en sus siglas en turcos), sus AKREPs (los
vehículos más pequeños) y todo un contingente policial de 2500 agentes con
escudos y gases lacrimógenos. Avisaron por megafonía que no iban a intervenir
en el Parque, que solo estaban allí para desalojar a la gente que había entrado
en el AKM (Centro Cultural Atatürk) y que iban a quitar los carteles que los
protestantes habían colgado allí.
La gente acampada vivió con tensión esos momentos y formó
una cadena humana para evitar la entrada de la policía en el parque. De
repente, aparecieron varias personas lanzando cócteles molotov a la policía e incendiando
uno de los vehículos. Al cabo de poco el Valí (gobernador de la región) de
Estambul afirmó a través de twitter que
habían identificado a uno de los atacantes y que era un miembro del SDP
(Partido de la Democracia Socialista), uno de los pocos partidos de izquierda que quedan en
Turquía. Después, la policía se retiró de Taksim y entró en el edificio del SDP en Beyoğlu (el
distrito municipal donde se encuentra Taksim) y 70 personas fueron detenidas.
Representantes del SDP han negado los hechos y en una de las fotografía de los
atacantes con cócteles Molotov se ha
podido ver que llevaba una pistola. En el parque nadie conocía tampoco a los atacantes que
lanzaban cócteles molotov. Da que pensar.
Bien, tras la exposición de los hechos, uno no puede evitar imaginar que se trata de una conspiración para provocar un desenlace más rápido del conflicto y terminar con la acampada cuanto antes. La izquierda política en Turquía, ya de por sí muy debilitada y oprimida por parte del ejército, de la policía y de los distintos gobiernos desde el golpe de estado de 1980, puede convertirse en un nuevo cabeza de turco.
La tensión se mantuvo alta a lo largo de todo el día no solo por lo que estaba ocurriendo en Taksim sino por otras noticias que iban apareciendo. Ayer
pudimos ver en internet las imágenes en las que la policía dispara a Ethem Sarısülük,
el segundo día de protestas en Ankara, provocándole muerte cerebral. El fiscal
abrió una investigación y tras una semana la policía aún no ha enviado ninguno
de los documentos que el fiscal ha exigido para la investigación.
Por otro lado, los abogados que se ofrecieron voluntarios
para defender a los acampados en el Parque GEzi fueron detenidos ayer en los
juzgados de Estambul (en total 73 abogados) en unas imágenes escalofriantes. No
se puede detener a un abogado de esta manera. Por la tarde se difundió la
noticia de que habían sido puestos en libertad. A eso se le llama
instrumentalización del miedo. Y de esta manera no ocurre en ninguna democracia
(por más defectuosas que sean las democracias).
Aquí tenéis el video:
Sin embargo, el punto más trágico de todo lo que ocurrió
ayer fueron las declaraciones del Valí de Estambul, Hüseyin Avni Mutlu. Afirmó
que no existía intención alguna de intervenir en el PArque Gezi pero que tras
lo ocurrido en Taksim a lo largo del día ya no era posible garantizar la
seguridad de los ahí acampados. Hizo un llamamiento a los padres de esos
jóvenes para que se los llevaran. Advirtió que no se podían permitir de ningún
modo mayores disturbios que grupos marginales querían provocar.
Si el gobernado de Estambul afirma que los jóvenes del Parque
Gezi están en una zona de peligro y que el mismo Estado no puede garantizar su
seguridad significa que estamos ante un problema mucho mayor. Significa que se
está avisando a la gente de que puede haber muertes y heridos pero que el
gobierno no va a responsabilizarse de lo que ocurra a partir de ahora. Prácticamente durante 24 horas el Parque Gezi estuvo envuelto de gases lacrimógenos haciendo difícil a la gente resistir allí incluso llevando máscaras anti-gas. Un
titular de un periódico turco reflejaba esta idea hoy: “En vez de solución,
intervención”. Un conocido presentado de informativos, Uğur Dündar, terminó su
programa en el canal de TV +1, diciendo “No puedo decir buenas noches”. Es muy triste que todo esto
esté ocurriendo. En días anteriores yo intentaba llamar la atención para que el mundo, toda la
gente, se diera cuenta de que mientras en Taksim los disturbios habían
terminado en otras ciudades la violencia policial continuaba y eso no aparecía
en los medios. Pero Taksim es Taksim. Estambul es Estambul. Es una de las
ciudades más grandes, importantes y conocidas del mundo. Y todo lo que ocurría
ayer pasaba en el centro de Taksim, donde están los mejores hoteles, donde más
turistas acuden. Taksim es una plaza que no se ha hecho famosa ahora por las
revueltas.
Desde aquí y por último culpo directamente al Primer
Ministro de esta crisis. Es él el que con sus declaraciones ha tensado más y
más el ambiente y ha llevado unas simples protestas surgidas de forma espontánea como una reacción natural a
la violencia policial a una confrontación política y social y a una
marginalización de todos aquellos grupos que no ovacionan al Primer Ministro, a
toda aquella gente que discrepa con su política y su concepción del poder. Pero
Turquía sigue siendo ‘un estado democrático’. Será que estamos ante una nueva
forma de dictadura, la del siglo XXI.
Termino con el título de una columna de hoy del periodista Hasan Cemal: "Que Allah le dé un poco de sentido común a Erdoğan".
12 de junio
No hay comentarios:
Publicar un comentario