miércoles, 12 de junio de 2013

7.- Estado de excepción encubierto


En Turquía se está viviendo un estado de excepción.  No se ha declarado porque estamos en 2013 y no en la década de los 70. La policía ayer no entró en Gezi provocando una matanza porque estamos en 2013 y no en la década de los 70. Los abogados detenidos, así sin más solo por apoyar la causa de los acampados en Gezi, no fueron torturados y solo se les infundió miedo soltándolos al cabo de unas pocas horas porque estamos en 2013 y no en la década de los 70. El gobierno anuncia que se ha creado una comisión para encontrar una solución al Parque Gezi, una ‘comisión inteligente’, pero el mismo día que lo anuncia acorrala el parque con gases lacrimógenos e intenta forzar a la gente a que abandone el parque. El término ‘grupos marginales’ es usado ya sin pudor y las imágenes que vimos el fin de semana de solidaridad y buen entendimiento en la plaza de Taksim abarrotada por los istanbulitas han quedado ya atrás en nuestras retinas. Mientras, el RTÜK (Consejo Superior de Radio-Televisión), según la información publicada hoy en Hürriyet, ha decidido multar a Ulusal TV, Halk TV, Cem TV y Em TV (pequeños canales que ofrecieron imágenes de las protestas el primer fin de semana) ‘por violar los principios de emisión y hacer programas con contenidos que pueden dañar el desarrollo físico, mental y moral de niños y jóvenes’.



Ya hemos entrado en la segunda semana desde que empezó la acampada inicial en el Parque Gezi. Y el Primer Ministro ha demostrado que no cederá ante la gente que aún sigue concentrada en el parque. De hecho, la vuelta del Primer Ministro a Turquía significó la puesta en marcha del aparato estatal y del mismo partido para montar mítines improvisados y hacer anti-propaganda. Para concentrar a mucha gente se facilitó la comunicación y se fletaron servicios de autobuses que partían desde variados puntos de la ciudad y en algunos casos, como el de Estambul, se mantuvo abierto el servicio de metro hasta las 4 de la noche. De forma similar se potenciaron esos mítines con la instrumentalización del ‘odiado’ twitter  y se crearon hashtags en apoyo al Primer Ministro que por dos días eclipsaron los trending topic del movimiento de resistencia. Los discursos de Erdoğan fueron agresivos, amenazantes y especialmente repetitivos.

En los discursos de Erdoğan, analizados en la anterior entrada de este blog, Incluso se hizo varias referencias a lo que el Primer Ministro denominó el lobby de interés que podríamos entender como 'lobby especulativo'. El uso de este término sorprendió a los medios que al día siguiente empezaron a debatir sobre qué se refería el Primer Ministro y sobre si existía o no tal lobby. Lo cierto es que a cada discurso agresivo de Erdogan la bolsa se desplomaba y su respuesta fue esa, culpar de ello a dicho lobby y afirmar que él no iba a perder nada pues no tenía acciones en bolsa. Palabras dignas del Primer Ministro de un país.

El objetivo básico de todos estos discursos ha sido sin duda tensar el ambiente e implicar en el conflicto a votantes del AKP que se habían mantenido al margen de todo. Así, hay dos grandes mítines previstos para el fin de semana que viene, uno en Sincan, cerca de Ankara, y el otro en Estambul.

La gente que sigue en el Parque Gezi o la que cada día se concentra en muchos puntos  no se ha desanimado pero ha empezado a ver que si la explosión de descontento que provocó los disturbios no ha conseguido que el Primer Ministro dé el brazo a torcer o simplemente se muestre comprensivo hacia las peticiones pocas opciones quedan ya. En los discursos del domingo, además de volver a rebajar a todos los manifestantes a la categoría de ‘gamberros’ (algo que ya no incomoda a la gente pues el término ha ido adquiriendo un nuevo significado, el de resistente),  Erdoğan  se ha servido de mensajes simbólicos de gran fuerza entre la población como el consumo de alcohol en una mezquita (noticia desmentida) o la bandera turca (dijo “serían capaces de quemar la bandera turca).

Da la sensación que el gobierno ha marcado ya una estrategia a seguir que presenta varios planes de acción a ejecutar a través de distintas vías y que persiguen el agotamiento de los grupos que resisten.  Por un lado, se busca la movilización de la gente y se organizan mítines políticos para dañar la imagen de los protestantes, descalificar los actos y tergiversar el significado de las protestas. En estos mítines y discursos que realiza el Primer Ministro a través de los medios (ayer por ejemplo habló ante los miembros de su partido y su discurso fue transmitido en vivo mientras la policía cargaba de nuevo en Taksim) se busca además sacar rédito del carácter heterogéneo de los protestantes que a excepción de la Plataforma Taksim que pide la conservación del Parque Gezi y la prohibición del uso de gases lacrimógenos no ha sido capaz de organizarse como un movimiento coherente. Los protestantes coinciden en sus críticas a las políticas de Erdoğan pero discrepan en otros puntos como el qué vamos a hacer y cómo. En las redes sociales es posible encontrar críticas a gente acampada que se lo están tomando todo como una fiesta y así están perjudicando al movimiento en general y dañando su imagen, que por culpa de los medios y del gobierno ya de por sí está dañada ante los ojos de parte de la población.

Otro de los puntos de la estrategia del gobierno parece ser la búsqueda de cabezas de turco. Ayer, después de muchos días sin policía por Taksim, 20 autobuses llegaron a las 7 de la mañana y se posicionaron  con sus TOMAs (los tanques anti-disturbios, Vehículos de Intervención en Sucesos Colectivos en sus siglas en turcos), sus AKREPs (los vehículos más pequeños) y todo un contingente policial de 2500 agentes con escudos y gases lacrimógenos. Avisaron por megafonía que no iban a intervenir en el Parque, que solo estaban allí para desalojar a la gente que había entrado en el AKM (Centro Cultural Atatürk) y que iban a quitar los carteles que los protestantes habían colgado allí.  

La gente acampada vivió con tensión esos momentos y formó una cadena humana para evitar la entrada de la policía en el parque. De repente, aparecieron varias personas lanzando cócteles molotov a la policía e incendiando uno de los vehículos. Al cabo de poco el Valí (gobernador de la región) de Estambul afirmó a través de twitter que habían identificado a uno de los atacantes y que era un miembro del SDP (Partido de la Democracia Socialista), uno de los pocos partidos de izquierda que quedan en Turquía. Después, la policía se retiró de Taksim  y entró en el edificio del SDP en Beyoğlu (el distrito municipal donde se encuentra Taksim) y 70 personas fueron detenidas. Representantes del SDP han negado los hechos y en una de las fotografía de los atacantes con cócteles Molotov  se ha podido ver que llevaba una pistola. En el parque nadie conocía tampoco a los atacantes que lanzaban cócteles molotov. Da que pensar.




Bien, tras la exposición de los hechos, uno no puede evitar imaginar que se trata de una conspiración para provocar un desenlace más rápido del conflicto y terminar con la acampada cuanto antes. La izquierda política en Turquía, ya de por sí muy debilitada y oprimida por parte del ejército, de la policía y de los distintos gobiernos desde el golpe de estado de 1980, puede convertirse en un nuevo cabeza de turco.


La tensión se mantuvo alta a lo largo de todo el día no solo por lo que estaba ocurriendo en Taksim sino por otras noticias que iban apareciendo. Ayer pudimos ver en internet las imágenes en las que la policía dispara a Ethem Sarısülük, el segundo día de protestas en Ankara, provocándole muerte cerebral. El fiscal abrió una investigación y tras una semana la policía aún no ha enviado ninguno de los documentos que el fiscal ha exigido para la investigación.

 

Por otro lado, los abogados que se ofrecieron voluntarios para defender a los acampados en el Parque GEzi fueron detenidos ayer en los juzgados de Estambul (en total 73 abogados) en unas imágenes escalofriantes. No se puede detener a un abogado de esta manera. Por la tarde se difundió la noticia de que habían sido puestos en libertad. A eso se le llama instrumentalización del miedo. Y de esta manera no ocurre en ninguna democracia (por más defectuosas que sean las democracias).
Aquí tenéis el video:



Sin embargo, el punto más trágico de todo lo que ocurrió ayer fueron las declaraciones del Valí de Estambul, Hüseyin Avni Mutlu. Afirmó que no existía intención alguna de intervenir en el PArque Gezi pero que tras lo ocurrido en Taksim a lo largo del día ya no era posible garantizar la seguridad de los ahí acampados. Hizo un llamamiento a los padres de esos jóvenes para que se los llevaran. Advirtió que no se podían permitir de ningún modo mayores disturbios que grupos marginales querían provocar. 



Si el gobernado de Estambul afirma que los jóvenes del Parque Gezi están en una zona de peligro y que el mismo Estado no puede garantizar su seguridad significa que estamos ante un problema mucho mayor. Significa que se está avisando a la gente de que puede haber muertes y heridos pero que el gobierno no va a responsabilizarse de lo que ocurra a partir de ahora. Prácticamente durante 24 horas el Parque Gezi estuvo envuelto de gases lacrimógenos haciendo difícil a la gente resistir allí incluso llevando máscaras anti-gas. Un titular de un periódico turco reflejaba esta idea hoy: “En vez de solución, intervención”. Un conocido presentado de informativos, Uğur Dündar, terminó su programa en el canal de TV +1, diciendo “No puedo decir buenas noches”. Es muy triste que todo esto esté ocurriendo. En días anteriores yo intentaba llamar la atención para que el mundo, toda la gente, se diera cuenta de que mientras en Taksim los disturbios habían terminado en otras ciudades la violencia policial continuaba y eso no aparecía en los medios. Pero Taksim es Taksim. Estambul es Estambul. Es una de las ciudades más grandes, importantes y conocidas del mundo. Y todo lo que ocurría ayer pasaba en el centro de Taksim, donde están los mejores hoteles, donde más turistas acuden. Taksim es una plaza que no se ha hecho famosa ahora por las revueltas.

Desde aquí y por último culpo directamente al Primer Ministro de esta crisis. Es él el que con sus declaraciones ha tensado más y más el ambiente y ha llevado unas simples protestas surgidas de forma espontánea como una reacción natural a la violencia policial a una confrontación política y social y a una marginalización de todos aquellos grupos que no ovacionan al Primer Ministro, a toda aquella gente que discrepa con su política y su concepción del poder. Pero Turquía sigue siendo ‘un estado democrático’. Será que estamos ante una nueva forma de dictadura, la del siglo XXI. 

Termino con el título de una columna de hoy del periodista Hasan Cemal: "Que Allah le dé un poco de sentido común a Erdoğan".


12 de junio






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