domingo, 22 de diciembre de 2013

La corrupción da paso a ataques y amenazas


Los recientes escándalos de corrupción que han alterado la vida política turca pueden significar, más allá de las protestas que empezaron en el parque Gezi de Estambul el pasado mes de junio, un punto de inflexión en la trayectoria triunfal del partido del gobierno, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). Ante la investigación policial y la detención de políticos del partido, parientes y empresarios afines, el gobierno parece haber iniciado una nueva batalla que, sin embargo, no puede ser librada de la misma manera que se hizo en junio. La credibilidad del partido, debilitada a raíz de la violencia policial y de la impasividad del gobierno ante el malestar social, podría caer a mínimos desconocidos si se obstaculiza el papel de la policía, de los jueces y de los medios a lo largo de este proceso que acaba de iniciarse.

Uno de los puntos claves radica en que el Primer Ministro haya mostrado su enfado al llevarse a cabo una operación policial de este tipo sin, ya no su consentimiento, sino sin su conocimiento. Y la primera respuesta, en vez de permitir que la investigación continúe, ha sido destituir a miembros de la policía y lanzar amenazas al cuerpo de jueces alertándoles de que dispone de mucha información que los incriminaría. Hoy, además, se les ha prohibido a los periodistas el acceso a las dependencias de la policía.

Está claro que la percepción generalizada tanto en las altas esferas como entre las masas es que se ha roto el equilibrio entre los grupos que apoyan al partido. La operación, más que fruto de ataques de la oposición, se ha originado desde dentro más si tenemos en cuenta la hegemonía con que el AKP controla todos los cuerpos estatales. Y esa percepción se ha visto confirmada con el sermón del líder religioso Fethullah Gülen, en la que condena aquellos que han sido corruptos, y la réplica del Primer Ministro en la que advierte que nadie puede crear un estado paralelo, que el pueblo está con ellos y las elecciones silenciarán ‘esos sermones’. 

El Primer Ministro hoy en Trabzon
Fethullah Gülen
 
Mientras, parte de la sociedad observa como un espectador el rifirrafe entre ambos líderes, llenos de estupefacción, y muchos, sin disimularlo, muestran su satisfacción.  Algunos ven el principio del fin de Erdogan y el inicio de una nueva etapa en Turquía. Pero pocos inciden en que la magnitud de las acusaciones es tal que, antes de pensar en el futuro, se tendría que adoptar mecanismos legales que evitaran de nuevo casos como este. En total ha habido más de 71 detenidos. La cantidad de ellos que ha pasado a disposición judicial aún varía según las fuentes. El dinero, proveniente de las arcas públicas y de sobornos, asciende a cifras escalofriantes (según el periodista Ercan Gün 100000 millones de euros a lo largo de los últimos 5 años). En las casas de los detenidos se han incautado 17,5 millones de liras (más de 6 millones de euros, que serían más ya que tras lo ocurrido la lira turca ha caído en picado). En casa del Director de Halk Bank el dinero ha sido encontrado en una caja de zapatos y las bromas en las redes sociales lo han convertido en un fenómeno viral. En las primeras declaraciones de Süleyman Aslan, este declaró que era dinero de donaciones que se iban a usar para construir escuelas. Sin más.



Mientras en el mítin organizado en Estambul para protestar contra la contaminación ambiental los eslóganes contra la corrupción se han dejado oir y la policía ha acabado interviniendo. 

Imágenes del mítin de hoy domingo 22 de diciembre en Kadıköy, Estambul
 
Es necesario remarcar la independencia que deberían tener todos los cuerpos estatales de gobiernos e ideologías. En Turquía se ha pasado en poco tiempo de un cuerpo burocrático que solo velaba por los intereses de la ideología kemalista por otro que está al servicio de la filosofía del AKP y que se enfrenta a todo aquel que discrepe. Las protestas de meses anteriores fueron acalladas, los protestantes fueron demonizados y, pese a lo masivo que fueron muchas de las concentraciones éstas se quedaron, ante los medios, como algo marginal y esporádico que permitió lavar la cara de la policía. La luchas del AKP contra la corrupción en años anteriores como parte de su programa y de su propio lema político quedarían en entredicho incluso en ridículo si se intenta tapar ahora lo ocurrido mediante acusaciones cruzadas e intervenciones y manipulaciones del proceso.

22 de diciembre

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