Los recientes
escándalos de corrupción que han alterado la vida política turca pueden
significar, más allá de las protestas que empezaron en el parque Gezi de
Estambul el pasado mes de junio, un punto de inflexión en la trayectoria
triunfal del partido del gobierno, el Partido de la Justicia y el Desarrollo
(AKP). Ante la investigación policial y la detención de políticos del partido,
parientes y empresarios afines, el gobierno parece haber iniciado una nueva
batalla que, sin embargo, no puede ser librada de la misma manera que se hizo
en junio. La credibilidad del partido, debilitada a raíz de la violencia
policial y de la impasividad del gobierno ante el malestar social, podría caer
a mínimos desconocidos si se obstaculiza el papel de la policía, de los jueces
y de los medios a lo largo de este proceso que acaba de iniciarse.
Uno de los puntos claves radica en que el Primer Ministro
haya mostrado su enfado al llevarse a cabo una operación policial de este tipo
sin, ya no su consentimiento, sino sin su conocimiento. Y la primera respuesta,
en vez de permitir que la investigación continúe, ha sido destituir a miembros
de la policía y lanzar amenazas al cuerpo de jueces alertándoles de que dispone
de mucha información que los incriminaría. Hoy, además, se les ha prohibido a
los periodistas el acceso a las dependencias de la policía.
Está claro que la percepción generalizada tanto en las altas
esferas como entre las masas es que se ha roto el equilibrio entre los grupos
que apoyan al partido. La operación, más que fruto de ataques de la oposición,
se ha originado desde dentro más si tenemos en cuenta la hegemonía con que el
AKP controla todos los cuerpos estatales. Y esa percepción se ha visto
confirmada con el sermón del líder religioso Fethullah Gülen, en la que condena
aquellos que han sido corruptos, y la réplica del Primer Ministro en la que
advierte que nadie puede crear un estado paralelo, que el pueblo está con ellos
y las elecciones silenciarán ‘esos sermones’.
El Primer Ministro hoy en Trabzon |
Fethullah Gülen |
Mientras, parte de la sociedad observa como un espectador el
rifirrafe entre ambos líderes, llenos de estupefacción, y muchos, sin
disimularlo, muestran su satisfacción.
Algunos ven el principio del fin de Erdogan y el inicio de una nueva
etapa en Turquía. Pero pocos inciden en que la magnitud de las acusaciones es
tal que, antes de pensar en el futuro, se tendría que adoptar mecanismos
legales que evitaran de nuevo casos como este. En total ha habido más de 71
detenidos. La cantidad de ellos que ha pasado a disposición judicial aún varía
según las fuentes. El dinero, proveniente de las arcas públicas y de sobornos,
asciende a cifras escalofriantes (según el periodista Ercan Gün 100000 millones
de euros a lo largo de los últimos 5 años). En las casas de los detenidos se
han incautado 17,5 millones de liras (más de 6 millones de euros, que serían
más ya que tras lo ocurrido la lira turca ha caído en picado). En casa del
Director de Halk Bank el dinero ha sido encontrado en una caja de zapatos y las
bromas en las redes sociales lo han convertido en un fenómeno viral. En las
primeras declaraciones de Süleyman Aslan, este declaró que era dinero de
donaciones que se iban a usar para construir escuelas. Sin más.
Mientras en el mítin organizado en Estambul para protestar contra la contaminación ambiental los eslóganes contra la corrupción se han dejado oir y la policía ha acabado interviniendo.
Imágenes del mítin de hoy domingo 22 de diciembre en Kadıköy, Estambul |
Es necesario remarcar la independencia que deberían tener
todos los cuerpos estatales de gobiernos e ideologías. En Turquía se ha pasado
en poco tiempo de un cuerpo burocrático que solo velaba por los intereses de la
ideología kemalista por otro que está al servicio de la filosofía del AKP y que
se enfrenta a todo aquel que discrepe. Las protestas de meses anteriores fueron
acalladas, los protestantes fueron demonizados y, pese a lo masivo que fueron
muchas de las concentraciones éstas se quedaron, ante los medios, como algo marginal
y esporádico que permitió lavar la cara de la policía. La luchas del AKP contra
la corrupción en años anteriores como parte de su programa y de su propio lema
político quedarían en entredicho incluso en ridículo si se intenta tapar ahora lo ocurrido mediante acusaciones
cruzadas e intervenciones y manipulaciones del proceso.
22 de diciembre
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