El escándalo de corrupción que lleva ya más de una semana
alterando la actualidad política y económica de Turquía se saldó ayer, día 25
de diciembre, con dimisiones de ministros y la intervención directa del Primer
Ministro Erdogan al reformar gran parte de su gobierno. Lo que en principio
parece ser una buena noticia (el hecho de que varios ministros cuyo hijos están
detenidos y acusados de corrupción dimitan ante el escándalo) no es sino una
muestra de la autoridad y capacidad del líder del partido en decidir qué va a
ser y cómo va a ser. Nadie, dentro del partido, se le opone frontalmente.
Aún así, la dimisión de los tres ministros implicados
(Müammer Güler, Ministro de Interior; Erdoğan Baraktar, Ministro de Medio Ambiente y Urbanismo; Zafer Çağlayan, Ministro de Economía) no se esperaba de esta manera. El
martes 24 por la noche una multitud recibió al Primer Ministro que volvía de un
viaje oficial a Pakistán. En ese pequeño mitin rápidamente organizado los tres
ministros implicados acudieron y todos, con caras sonrientes, levantaron la
mano en señal de victoria mientras Erdogan pronunciaba un discurso recalcando
cómo la nación estaba con ellos y cómo todo se basaba en una conspiración, en
un complot para derrocar a un gobierno honesto que no había hecho hasta el
momento otra cosa que servir a la nación.
Erdoğan en el aeropuerto el 24 de diciembre por la noche con sus ministros |
Pero a la mañana siguiente las dimisiones empezaron a llegar
una tras otra. Dimisiones forzadas por el Primer Ministro. Lo más difícil de entender
es el hecho de que en las primeras declaraciones de Erdogan se volviera a
hablar de operación ilícita contra el gobierno, se defendiera la inocencia de
los implicados y se dirigieran las críticas a grupos con intereses económicos y
políticos tanto a nivel nacional como internacional. La retórica de la teoría
del complot (retórica reiterante a lo largo de la historia de la República de
Turquía y del tardío Imperio Otomano) volvía a repetirse, al igual que con
Gezi, y no se citaron en ningún momento palabras como corrupción, soborno o
blanqueo de dinero. Luego, como con las protestas de Gezi, se intentó dejar
fuera de la sociedad a todo aquel que estaba criticando el gobierno haciendo alusiones a los
medios, a las redes sociales y a la cemaat Gülen:
“La nación y las plegarias beneficiosas están de nuestro
lado. Déjenlos que se queden con su traición en sus titulares. Que se ahoguen
en sus horribles páginas de internet.”
¿Cómo es posible mantener este discurso mientras se fuerza a
los ministros a dimitir? De hecho, uno de los implicados, el Ministro de
Interior, se había dedicado desde el inicio de las detenciones hasta su
dimisión a designar nuevos inspectores de policía y a destituir todos los responsables de la
investigación y de la operación. Eso da
a pensar que existen pruebas claras incriminatorias sino tales dimisiones no se
hubieran producido. De los ministros dimitidos, el de Economía, ha mostrado su
malestar al dimitir dejando al aire que el Primer Ministro también tendría que
hacerlo al haber firmado planes de construcción del Toki sobre los cuáles se
está investigando la corrupción.
La mano del gobierno se nota en pequeños aspectos como el
cambio en el seguimiento de los medios tras los primeros días de titulares
sensacionalistas (la ocasión se lo merecía). Muchos periódicos ya no hablan de
“escándalo de corrupción” sino de “operación policial”. Otros, afines al
gobierno, delatan el complot para derrocar al gobierno. Periódicos como Zaman y la edición en inglés Today’s Zaman (ambos del grupo Gülen) ya
no se reparten (aparentemente por decisión propia de la empresa) en los aviones
de la THY, las Líneas Aéreas Turcas.
Hoy un pariente me comentaba cómo los turcos, al menos,
tenían el consuelo de que en Turquía la corrupción provocaba dimisiones, que en
España éstas no se producen a pesar de la magnitud de los casos que estamos
conociendo y que ya son vox populi.
En parte tiene razón pero en Turquía lo que se está demostrando es que más que
un partido existe un líder, por encima de todos, que es el que decide y
modifica más allá de los hechos en sí. Y así, la noticia más impactante del día
se ha producido a última hora. Erdogan se ha reunido con el Presidente Abdullah
Gül y se ha reformado el gabinete de ministros con diez cambios (las tres
dimisiones más otros 7 ministros). El AKP encara, entonces, los dos años que le
quedan de mandato hasta las elecciones generales con prácticamente un nuevo
gobierno. Falta por ver ahora cómo continuará la investigación y si se llegará
a acusar formalmente a los ministros dimitidos.
Por otro lado, más triste es la no-reacción de parte de la
sociedad. La política ha alcanzado uno niveles de tabloidización que alejan al
ciudadano de los hechos reales. Se discuten complots pero estos días, más
importante para la nación eran los presupuestos para 2014. Alterado todo por
las detenciones estos se han discutido varios días en el Parlamento y han sido
aprobados sin que la noticia (cuál es el presupuesto, qué ministerio recibirá
más o menos ingresos, etc.) llegara a circular ni por las redes sociales ni en
los periódicos. Estamos ante la cultura de espectáculo y así se siente el
ciudadano de a pie que observa todo con expectación. Es más, la cantante Ebru Gündeş, esposa del empresario iraní
Reza Zarrab detenido y relacionado con los hijos de los tres ministros, lloró
antes de ayer en un programa de televisión (‘O Ses Türkiye’, versión turca de
“La Voz”) deseando que estos días malos (con su marido en la cárcel) pasen
rápido. Lo increíble, además del apoyo del presentador (y dueño de los derechos
del programa, este y muchos otros, Acun) y de los otros artistas, fue que tras
empezar a llorar emocionada el público de forma impulsiva se pusiera a aplaudir
y a apoyarla. El tweet de
Anti-Kapitalist Müslúmanlar refleja muy bien esa sensación de impotencia de
muchos turcos estos días.
“Los ladrones lloran, los que han sido robados aplauden, no
lo entiendo, ¿alguien me lo explica?”
Ha habido protestas en la calle, como la de la fotografía de abajo en Kadıköy, Estambul, una marcha hacia el edificio del AKP con su consiguiente carga policial pero el intensto frío está también afectando que estas se expandan.
Pancarta de "Gobierno dimisión" esta noche, 25 de diciembre, en Estambul |
Así, de espectáculo en espectáculo, los días de Navidad,
inexistentes en Turquía, están siendo entretenidos.
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